15/07/2025
Relato de jornada – 14/07/2025-Parte 2
“Hoy amanecimos antes que el sol”
Desde Tilcara, nuestro colectivo arrancó en punto y el grupo entrerriano —todavía con la voz ronca del frío— se dejó llevar hacia el norte. Nadie habló mucho; bastaba mirar por la ventanilla para entender que estábamos entrando en un territorio que prefiere el silencio.
Pasamos por el pueblo de los tres nombres.
Negra Mu**ta lo bautizaron los lugareños y los soldados de la Independencia, Estación Iturbe lo llamaron los rieles del Belgrano, Hipólito Yrigoyen lo rebautizó despues. Tierra que se transforma sin perder su esencia: el maíz de colores asoma entre los cardones y las vicuñas, llamas y vacas pastan junto a los campos donde en agosto comenzara el nuevo ciclo agrario, el mes de la Madre Tierra Pachamama.
Primera parada: En Chaupi Rodeo, la comunidad nos recibió con un té de coca y pupusa servido, caliente que sabe a altura. El yatiri o maestro conocedor de las hierbas medicinales nos miró a los ojos y dijo: “Beban despacio, para que la montaña sepa que vienen en paz”.
Quince kilómetros más arriba, el Abra del Cóndor —4.000 metros de aire delgado— nos dio la bienvenida a Salta. Allí la feria de los agricultores de Colanzulí desplegó su mercado de altura: papas violetas, quinua negra, kiwicha dorada y tejidos que aún guardan el olor de la llama. Un niño ofreció una bufanda tejida por su abuela y dijo: “Llévese un pedazo de mi sueño”, junto a su compañera/o su mascota una hermosa Vicuñita, abandona por su Madre.
Después vino el camino de tierra que trepa y se retuerce hasta Iruya. Curvas que parecen escritas en la roca, parcelas colgadas como abanicos verdes, casitas de adobe agarradas al cerro. Al llegar, las calles empedradas nos empujaron hasta la iglesia de la Virgen del Rosario y, más arriba, al Cerro de la Cruz, donde el pueblo entero se veía abrazado por el cañón. Allí, uno de los viajeros soltó la cámara y se quedó quieto: “Esto no entra en una foto”, murmuró.
A las 13,00 hs., con el corazón todavía latiendo en la garganta, bajamos hacia el sur. Ahora nos esperaba “El Hornocal” en la cima de los 4350 msnm como un desfile de colores que ni la paleta más loca se atrevería a inventar. Nadie habló durante diez minutos; mientras tomábamos nuevamente la infusión mágica y sagrada de hierbas andinas. El silencio era la única forma de agradecer.
El descenso hacia Humahuaca fue un susurro. En la plaza de los Tres Sargentos, la historia se hizo voz: el cabildo, la iglesia de la Candelaria, el monumento que Soto Avendaño talló en piedra, bronce y orgullo. La feria olía a cuero curtido y a mate cocido recién endulzado. Los artesanos que mostraban sus ponchos tejidos con lana de oveja y de llama y dijo: “Para que lleven la quebrada y la puna en el pecho”.
Cuando el sol se desperezó sobre La Quebrada y Tilcara, el grupo ya no era el mismo que había salido por la mañana. Se despidieron con abrazos largos, como quien cierra un libro y sabe que volverá a abrirlo algún día. Tal vez, tambien algún día nos volvamos a encontrar…
Hoy fue mi último día con ellos. Mañana partirán rumbo al sur y yo quedaré con la certeza de que cada rincón de esta tierra se defiende solo: basta con mostrarlo.
Desde Cielo Arriba Jujuy Turismo y Humahuaca Tours seguimos creciendo, acompañados por viajeros que eligen sentir antes que ver. Porque nuestra historia y cultura no se explica: se respira, se saborea, se siente y se lleva debajo del poncho.
HASTA PRONTO….
Su Guía de turismo Juan…