10/08/2022
*Chile, Argentina y Egipto: sus puntos de encuentro*
[ ALERTA DE TEXTO LARGO ]
Viajar es una de las formas de materializar el deseo de encontrarse con lo novedoso.
Viajamos cuando necesitamos desligarnos con nuestro punto de origen, cuando nos sentimos ahogados por nuestra realidad, cuando queremos que algo interesante pase en nuestras vidas, porque queremos salir de nuestra zona de confort y empujarnos a lo desconocido.
Viajamos porque sabemos (inconcientemente) que NO poseemos la verdad y necesitamos que otra realidad nos golpee la cara y nos recuerde el relativismo del mundo y de esa verdad, en la que nos embanderamos. Somos meros interpretes de algo que es tan grande que no nos cabe en nuestras mentes finitas.
¿Pero qué pasa cuando uno cruza la mitad del mundo para encontrarse con lo desconocido y lo novedoso, y nos terminamos encontrando con un espejo que intensifica o aminora las propias miserias y alegrías?
Caminando por los callejones de El Cairo, encontré escenas tan familiares que me perturbaban y me emocionaban a la vez.
Me hacían pensar en qué tan unidos estamos como seres humanos, sin importar qué tan lejos vivamos o nuestras diferencias esenciales y culturales.
Tratar de sobrevivir es un deporte que se practica en todos lados, unos más y otros menos, pero (casi) siempre se logra con la solidaridad, la empatía y la bondad.
Cuando se comparte con el otro lo poco que tengo, hace que eso poco parezca mucho, que se multiplique, porque ya no sólo me sirve a mí sino también a alguien más a sobrevivir.
Como en el video, donde 3 jóvenes comparten una moto en medio de una calle de menos de dos metros de ancho y que a su vez, pelean por su espacio con otros Tuc Tuc.
Una escena impecable, digna de análisis.
Viví 21 años en Argentina, 11 en Chile y puedo (o creo poder) identificar cuáles son algunas de nuestras falencias como sociedad.
La corrupción, el abandono del Estado, el abandono de la sociedad así misma.
En total este año puede estar 30 días en Egipto y logré encontrarme con estos mismos tres personajes:
corrupción, abandono y desidia.
Pero también me reencontré con la humildad, la bondad y la fraternidad. El culto al clan, a la familia, a ese núcleo primigenio de sociedad.
Y esa es la maravilla del viajar.
Que nos rompe, desvanece los limites de nuestra mente y nos hace acercarnos un poquito más a la comprensión de qué significa SER HUMANO.