
25/03/2025
En el Parque del Oeste, entre la vegetación que hoy ofrece calma a los paseantes, aún resisten en pie los nidos de ametralladoras que fueron testigos de la feroz lucha por la libertad. Son cicatrices de piedra y hormigón que nos recuerdan a los valientes que, con fusiles desgastados y una determinación inquebrantable, defendieron Madrid del asedio fascista en los oscuros días de la Guerra Civil.
Desde noviembre de 1936, la ciudad se convirtió en un bastión de la resistencia republicana. Obreros, milicianos, soldados y ciudadanos anónimos alzaron barricadas y cavaron trincheras en su empeño por frenar el avance de las tropas de Franco. "¡No pasarán!" no fue solo un grito de guerra; fue un compromiso de sangre, de sacrificio y de esperanza.
El Parque del Oeste, en aquellos días, se convirtió en una línea de defensa clave. Las fortificaciones, hoy vestigios silenciosos, fueron refugio y trinchera para quienes se negaron a rendirse. Entre los árboles, resonaban los disparos y el estruendo de la artillería, pero también la voluntad de un pueblo que luchaba por la democracia y la justicia.
Que estos restos no sean solo ruinas olvidadas, sino memoria viva de quienes dieron su vida en la defensa de Madrid. Porque su lucha no fue en vano. Porque su sacrificio nos recuerda que la dignidad y la resistencia son las armas de quienes no se doblegan ante la opresión.
Honor y gloria a los defensores de Madrid.