29/07/2025
Así es Mitla...
Mitla: la puerta al más allá en el Valle de Oaxaca 📜
En medio del Valle de Oaxaca, rodeado de montañas y silencio, se alza un lugar donde el tiempo parece haberse detenido: Mitla. Su nombre viene del náhuatl Mictlán, “el lugar de los muertos”, y no es casualidad. Para los zapotecas —y después los mixtecas—, Mitla no era solo un centro ceremonial. Era un umbral. Una puerta entre este mundo… y el otro.
A diferencia de otras ciudades prehispánicas, Mitla no se alzaba hacia el cielo con pirámides imponentes, sino que hablaba a través de la piedra. Sus edificios están cubiertos por grecas geométricas talladas con una precisión que asombra incluso hoy. No hay una figura repetida. Cada diseño representa algo: el viento, el agua, los ciclos de la vida… y de la muerte.
En Mitla se hacían rituales para honrar a los que ya no estaban. Para hablar con los ancestros. Para tocar, aunque fuera por un instante, los hilos invisibles que conectan a los vivos con lo divino.
El Grupo de las Columnas es uno de los más impresionantes. Ahí, enormes piedras sostienen los techos de habitaciones sagradas, cuyas paredes están cubiertas de mosaicos que no usan cemento ni pegamento, solo ingenio y fe.
Pero Mitla no era solo un centro espiritual. También fue un enlace político y comercial, un punto de paso entre el Altiplano Central y las tierras bajas de Oaxaca. Un sitio donde el alma y el poder se encontraban.
Cuando los españoles llegaron, intentaron borrar su esencia construyendo una iglesia encima de uno de sus templos. Pero no lo lograron. Mitla sigue ahí. Callada, sí, pero viva.
Caminar por sus pasillos es como escuchar un susurro antiguo. Uno que dice: “Aquí, donde todo termina… también comienza algo más”.