12/06/2023
MARIANO GALVÁN
Mariano Galván, probablemente el montañista argentino más destacado de todos los tiempos, y uno de los mejores del mundo.
Considerado el Messi del montañismo argentino: además de ser el único en haber hecho cumbre en siete de los 14 picos más altos del mundo.
Originario de Trelew (Chubut), mientras hacía el intento de cumbre al Nanga Parbat (8.125 msnm) por la ruta de la Arista Mazeno, un 24 de junio de 2017 se perdió todo contacto con él.
Era un hombre que devoraba montañas. Solía hacer cumbre en el Aconcagua como un entrenamiento para luego escalar en el Himalaya. Sin demasiada musculatura, pero con pulmones envidiables, lucía brazos fibrosos y las venas hinchadas en las manos parecían un mapa de ríos. Tenía dedos largos de pianista. Caminaba sereno. Al hablar hacía pausas y, cuando ponía énfasis en sus palabras, levantaba las cejas y se le marcaban tres líneas paralelas en la frente. Era un hombre parco. Se había ganado cierta fama entre los mejores montañistas por sus proezas a más de 8.000 metros de altura, donde la nieve envuelve hasta las rodillas o puede tragarte por completo como una carga de cemento. A esa altitud, la temperatura supera los 50 grados centígrados de día y puede descender a unos 40 grados bajo cero durante la noche. Pero Mariano era capaz de controlar su cuerpo, de dominar la falta de oxígeno y de evitar el edema pulmonar. Lo consideraban el Messi del montañismo argentino. Salvó a varios colegas en montañas de Argentina, Chile y Pakistán.
Mariano, se recibió de Técnico en Electromedicina y a los 25 años vino a Mendoza para estar más cerca de las montañas.
A pesar de que había empezado tarde en esta disciplina –antes había practicado buceo, parapente, paracaidismo, ski acuático y atletismo–, el chubutense era un superdotado para el montañismo. Escalar la pared sur del Aconcagua puede llevar, más o menos, cinco días; Mariano la subió en 34 horas.
Animal. Máquina. Loco. Crack. Bruto. Orgullo patagónico. Genio. Héroe. Maestro. Bestia. Extraterrestre. Gigante. Inhumano. Titán. Así lo trataban sus amigos, otros andinistas y muchos de los admiradores que cosechó en más de una década de prácticas y expediciones. Cada vez que subía un video de sus hazañas en Nepal o Pakistán, miles de seguidores, entre los que había expertos y novatos, amigos y familiares, le escribían mensajes de aliento y admiración. Es el único andinista argentino que hizo cumbre en siete de los 14 picos montañosos más altos del mundo. El mismo récord del alpinista hindú Malli Mastan, pero en distintas cumbres.
Empezó como porteador en el Parque Provincial Aconcagua. Los porteadores son los que llevan la carga extra (hasta 25 kilogramos en sus espaldas por persona) a cambio de un buen pago en dólares. Cuanto más alto suben, más se paga. Subía desde Plaza de Mulas (el campamento base), pasaba por Nido de Cóndores (a 4.910 metros) y trepaba hasta Plaza Cólera (a 6.000 metros de altitud). Esa parada de porteador era la última antes de hacer los 960 metros que faltaban para alcanzar la cumbre.
Dividía su tiempo entre el estudio en la Escuela Provincial de Guías de Montaña y Trekking de Mendoza y el trabajo en el parque. Una vez que recibió el título habilitante, subió un escalón profesional. De porteador pasó a guía de montaña. No tenía casa propia porque estaba decidido a ahorrar dinero para llegar a las montañas del Himalaya. A sus amigos, en confianza, les decía que su sueño mayor estaba en Nepal. Aprendió que en la montaña, el sonido de la respiración (serena o rápida, agitada o estruendosa) es la clave para advertir si un cliente está en problemas.
Su estilo de andinismo era desafiante. Solía decir que su idea era volver a la práctica del alpinismo de los años 80, cuando se hacía con equipos mínimos y rudimentarios, sin GPS, ni tanta tecnología a mano. Le atraía la idea de escalar por rutas nuevas, vírgenes, para hacerse camino al andar.
En la mochila, Mariano solía llevar cereales, pasas de uva, chocolates y caramelos para evitar la hipoglucemia. En altura se pierde el apetito, aunque hay que mantener la ingesta de alimentos para evitar problemas. La sangre se pone más espesa y el cuerpo tiende a dormirse.
Una expedición al Everest puede costar entre US$ 25.000 y US$ 50.000, sin contar el permiso oficial de ascenso, que vale US$ 10.000. Pero el chubutense jamás iba por la ruta comercial, buscaba nuevos caminos.
La primera vez que Mariano subió al Everest fue en 2011. Hizo cumbre en el Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo, a 8.516 metros de altitud. Como de costumbre, escaló en soledad. Enfrentó la montaña con sus armas: con mínima carga, apenas lo indispensable, sin oxígeno suplementario, sin porteadores, sin sherpas al lado, sin mulas, sin cuerdas fijas, sin sponsors; con miedo, pero con mucho respeto por la montaña. Eso le dio un impulso importante y captó la atención de la prensa. Ganó confianza.
Al año siguiente, volvió con todo para hacer cumbre en el Everest, la más alta del planeta con 8.848 metros. Aquella vez, el Grupo Jornada, un multimedio de Trelew, le facilitó un teléfono satelital. Estaba a punto de cumplir su sueño. Antes de empezar el último envión, en la soledad de la montaña, sacó el teléfono y llamó a Alba, su madre. Ella estaba lavando el piso en su casa de Trelew, dejó el balde a un costado y fue a atender el teléfono....
Escalador, montañista y guía profesional de montaña de la Escuela Provincial de Guías de Alta Montaña y Trekking "Coronel Valentín Ugarte" (EPGAMT, por sus siglas) ubicada en la ciudad de Mendoza, Argentina.
Un 24 de junio de 2017, mientras hacía el intento de cumbre al Nanga Parbat (8.125 msnm) por la ruta de la Arista Mazeno, se perdió todo contacto con él.
“Para mí el andinismo, la escalada, en sus diferentes formas, es mi forma de vida, mi pasión, todo. Yo quiero morir haciendo esto…”
Vaya nuestra mención, reconocimiento, admiración, humilde tributo a MARIANO GALVÁN, un grande entre los grandes del montañismo mundial.
“Para mí Aconcagua significa Libertad”….