15/01/2024
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Que no nos quiten el puerperio.
Es nuestro.
Tal como lo es el embarazo, el parto y la lactancia.
Es el cuerpo de la mujer el que se modifica hormonal y físicamente durante nueve meses.
Son sus pechos los que producen alimento constantemente.
Es su útero el que se multiplicó de tamaño y ahora tiene que volver a ser pequeño como una pera.
Es su piel la que lleva la cicatriz de la cesárea, el desgarro o la episiotomía.
Son sus manos y sus brazos los que sostienen al bebé para que se sienta seguro.
Es su mente la que tiene que adaptarse en un instante a ser demandada y convocada las veinticuatro horas del día.
Es ella en su soledad la que pasa las horas en pijama esperando que sea el momento en que vuelva su pareja para poder ir al baño.
Es ella quién no puede alejarse de su pequeño recién nacido por más de unos minutos.
Es su vida la que cambió tanto que se replantea su trabajo, sus estudios y sus proyectos a futuro.
Es su psiquismo el que se divide entre cuidar a su bebé y reencontrarse con esta nueva mujer que no reconoce frente al espejo.
Es ella quien llevará por siempre las marcas de haber gestado una vida.
Son sus células las que seguirán presentes en el cuerpo de su hijo, aún durante años.
Es ella quien carga con la mirada de la gente:
Si amamanta o si no lo hace, si su bebé está abrigado o sin medias, si llora mucho o “es un santo”, si usa pañales descartables o de tela, si quiere salir sola en seguida o pasan los meses y no puede despegarse, si quiere visitas o prefiere estar sola, si su bebé se enferma, si no duerme por la noche, si tiene o no rutinas, si lo baña todos los días o día por medio… y más.
La lista es inagotable.
Porque al padre se lo felicita, se lo palmea en la espalda por haber cumplido con uno de los logros sociales más festejados.
A la madre se la juzga, se la interpreta, se la cuestiona, se la acusa, se la observa todo el tiempo.
Y si algo falla, la madre sentirá que ella habrá fallado.
Porque se supone que debería saber cómo ser madre desde el primer día.
Es una carga muy grande.
Y es más pesada por ser una carga invisible para el resto.
Que no nos quiten el puerperio.
Lo necesitamos para reencontrarnos a nosotras mismas.
Y desde ahí poder maternar.
Texto: Lazo Natal