04/08/2025
CARMELITA ROBLES Y MARIA ARREGUI
PROYECTO 2025
QUINTA PARTE
El turno de hoy, en nuestra serie de semblanzas de nuestro Proyecto 2025 –preparación para celebrar el Primer Centenario del Inicio de la Gesta Cristera–, corresponde a dos mujeres, una de ellas jalisciense y la segunda michoacana, cuya intervención y participación fue decisiva en sus respectivos contextos. La primera llegó, como muchos, al derramamiento de la sangre; la otra, aunque no perdió la vida, también sufrió por la causa de Cristo y arriesgó por Él la vida en incontables ocasiones.
Sin mayor preámbulo, pasemos a las biografías. Por desgracia la cantidad de información es menor, en comparación con otros personajes que hemos ido presentando, pero el texto está escrito con el mismo esmero de siempre.
1. María del Carmen Robles Ibarra, señorita originaria del rancho Las Marías, perteneciente a Valparaíso, Zacatecas, pero se le considera mártir jalisciense porque pasó gran parte de su vida en Huejuquilla el Alto, adonde se mudó en su juventud. Nació en 1888, hija de Elías Robles y Filomena Ibarra. Quiso consagrarse a Dios a través de la vida religiosa, pero, no siéndole posible, pasó a formar parte de las Hijas de María Inmaculada. Cuidó a su padre, muy enfermo, hasta que falleció. Como tantas mujeres, se dedicó a las tareas domésticas, a la par que se cultivó en teología. Sentía gran amor por el Culto Divino, que siempre procuraba hacer más bello y digno.
Activa miembro de la Unión Popular fundada por el Beato Anacleto González Flores, se ofreció a resguardar el Sagrado Depósito en su hogar, muy consciente de la responsabilidad que aquella comisión implicaba. A la postre, su casa se convirtió en oratorio público, si bien con las precauciones necesarias del caso para evitar profanaciones por parte de las tropas del gobierno. Allí se celebraba la Santa Misa a escondidas, se ocultaban sacerdotes y se resguardaban los sagrados ornamentos necesarios para el culto clandestino. El oficial callista Juan B. Vargas muchas veces discutió con ella sobre temas religiosos, mas ella siempre resultó airosa.
El 14 de enero de 1928, la hueste del susodicho Vargas irrumpió en Huejuquilla. Carmen fue arrestada junto con otras señoritas de confianza que solían acudir a su vivienda. Como traían sus distintivos de Hijas de María, las tomaron por religiosas, y las arrestaron y maltrataron a todas. Luego de diversas paradas, en condiciones muy penosas, se las llevaron camino a Mexquitic. Carmen fue la que más sufrió, hasta que, por fin, la separaron de sus compañeras.
Fue asesinada hacia la medianoche y la una de la mañana del 17 de enero de 1928, a puñaladas, en Mexquitic, por Vargas y otros dos hombres. Sus mismos verdugos la sepultaron en una fosa no muy profunda, de prisa. Sus restos mortales fueron descubiertos en 1963, treinta y cinco años después de su sacrificio.
* * * *
2. María Arregui, valerosa fémina oriunda de Sahuayo, Michoacán, y perteneciente a la ilustre familia Arregui (a la que también pertenecieron los sacerdotes Carlos y Benigno, sus hermanos). De corta estatura pero corazón y temple sumamente intrépidos, poseedora de gran convicción cívica, militar y religiosa. Su cotidianidad estaba consagrada a apoyar a la Iglesia con todos los medios a su alcance. Se destacó de manera especial durante los sucesos del 4 de agosto de 1926, cuando la milicia federal acudió a la localidad para clausurar los templos, luego de la suspensión de cultos.
En compañía de Dolores “Lola” Gudiño, su valiente compañera, María Arregui blandió un arma para defender los sagrados recintos. En respuesta, los soldados callistas se abalanzaron contra ella y la desmayaron a golpes. De allí, en medio de los ánimos justamente caldeados, se desató una fuerte balacera en contra de los civiles; de entre ellos, a la postre, murieron Amado Ceja –tratando de impedir que los militares pasaran a la Parroquia de Santiago Apóstol–, Jesús Sánchez Santillán y el niño Guillermo Yeo.
Ya habiendo estallado formalmente la Cristiada en Sahuayo, María Arregui ayudó pródigamente a los cristeros, sin escatimar los recursos que le proveía su holgada posición económica. A sabiendas del riesgo que corría, prestó su casa para las reuniones de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa y para las diversas gestiones de dicha agrupación. Además, recibía a las diversas integrantes de las no menos célebres Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco, encargadas de surtir de pertrechos a los combatientes. María fue una de las principales organizadoras y directoras de aquel audaz contingente y, de habérselo ofrecido, no habría vacilado en salir a luchar.
A pesar de la continua e insistente persecución de que fue objeto por su intervención en pro de la Causa Cristera, María Arregui sobrevivió a los tres años de la Guerra.
Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!
Testimonium Martyrum & Ruta Cristera Sahuayo
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