16/07/2025
Los Mayas: ¿Desaparecieron o se Transformaron?
Durante siglos, los templos cubiertos por la selva y las inscripciones en piedra despertaron el asombro de viajeros y arqueólogos. ¿Qué ocurrió con los mayas, esa civilización que dominó vastas regiones de Mesoamérica con su sabiduría astronómica, su arquitectura majestuosa y su escritura jeroglífica? ¿Desaparecieron sin dejar rastro… o simplemente cambiaron de forma?
La verdad es más compleja —y más profunda.
Los mayas nunca desaparecieron. Lo que colapsó fue su estructura política clásica, no su pueblo, ni su alma. A partir del siglo IX d.C., muchas de las grandes ciudades del sur —como Tikal, Copán o Palenque— comenzaron a ser abandonadas. ¿Las causas? Una combinación de factores: sequías prolongadas, sobreexplotación de recursos, guerras internas, presión demográfica y crisis de autoridad. Fue una tormenta perfecta que desestabilizó el orden milenario.
Pero el fin del Periodo Clásico no fue el fin de los mayas.
Mientras algunas urbes caían en ruinas, otras regiones florecían. En el norte de Yucatán, ciudades como Uxmal, Mayapán y Chichén Itzá tomaron el relevo. La cultura maya se adaptó, se mezcló con influencias externas —como la tolteca— y redefinió su forma de gobernar, de construir, de creer.
Luego llegó la conquista.
Pero los mayas no se rindieron fácilmente. Resistieron con fiereza durante más de 170 años. Algunos reinos lucharon hasta el último suspiro; otros se internaron en la selva. Y aunque llegaron las espadas y las cruces, la esencia maya no se extinguió: se camufló, se fusionó, se resistió desde dentro.
Hoy, los mayas siguen vivos.
En los millones que aún hablan lenguas mayas en México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. En las ceremonias agrícolas, en las danzas tradicionales, en los textiles llenos de símbolos ancestrales. En los altares donde se honra a la Madre Tierra, en los rezos que mezclan santos cristianos con dioses antiguos. En los códices que sobrevivieron a las llamas. En cada piedra que aún habla con glifos sagrados.
El mito de su desaparición no fue más que una lectura colonial incompleta.
La historia real es mucho más poderosa: los mayas no desaparecieron… se transformaron. Persistieron. Resistieron. Se adaptaron sin rendirse, como las ceibas que hunden sus raíces en lo más profundo y resisten todas las tormentas. Y desde ahí, siguen contando su verdad, con la fuerza silenciosa de un pueblo que nunca dejó de existir.