02/09/2022
Por qué planificar mis vacaciones:
lees a continuación esta enseñanza de la Lechera y comprenderás que es mejor planear que lamentar.
«La lechera»
«Había una vez una lechera que llevaba un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta.
Como esta leche es muy buena, – se decía – dará mucha nata.
Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio. Y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa.
La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no (en señal de negatividad), y entonces el cubo de leche cayó al suelo. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche. Sin la blanca leche que le había incitado a soñar».
Conclusión: la lechera había planificado todo en su mente, y ante un suceso inesperado, no fue posible lograr su meta. Si tal vez hubiera escrito en todo lo que pensó, hubiera determinado las actividades y les hubiera añadido un tiempo para llevarlas a cabo. Ante un riesgo o suceso inesperado, realizar acciones de contingencia para ejecutar un plan B, y alcanzar siempre su objetivo de enamorar al hijo del molinero. 😉