28/07/2024
CARTA ABIERTA A LA IGLESIA EVANGÉLICA VENEZOLANA:
HÁGASE SU VOLUNTAD. I PARTE
A la santa iglesia evangélica venezolana, a sus líderes, a sus organizaciones, a sus miembros:
Con las elecciones del próximo domingo nuevamente se nos lleva al monte de la decisión, a un nuevo Getsemaní. Esto para el común e indocto en las cuestiones de la fe bíblica no es más que movimiento caótico y lineal de voluntades que se entrecruzan por azar. Para quienes creemos en el Dios verdadero, el Señor del tiempo y los tiempos, el que los ordena y canaliza conforme a sus propósitos dando a luz la providencia y dentro de ella aquello que llamamos “Los tiempos de Dios” (Kayros), este tiene todas las características para ser un “kairos” suyo. De ser así, este es un un tiempo sazonado por Dios con ciertas características cuyo significado puede inferirse desde la perspectiva que nos provee su marco profético. Y es aquí donde quiero enfocar mi carta.
La elección presidencial que hoy nos toca protagonizar levanta una gran polvareda y devela un cauce revuelto de opiniones y rumores, de posverdades y manipulaciones entre las que hay que filtrar muy finamente las verdades que nos permitan alcanzar la sobriedad, el comedimiento y la sindéresis necesaria en estos casos. La ansiedad que este escenario desata genera, a su vez, un sin fin de preguntas: ¿Qué va a pasar en estas elecciones? ¿Por quién debo votar (esta pregunta se la hacen solo los indecisos)? ¿Qué harán los totalitaristas si pierden y si hacen eso qué respuesta darán tanto los despojados, como el pueblo que los sigue? ¿Los cristianos debemos votar en esta elección o debemos abstenernos? ¿Cuál es la voluntad de Dios en este caso? ¿Habrá un baño de sangre? ¿Debemos hacer culto hoy domingo?
En cada una de estas preguntas subyace, se esconde agazapado, timorato, el miedo a lo desconocido, la ansiedad de la falta de control de las circunstancias, el temor ¿o pavor? a que nos roben nuestra elección. Estamos conscientes del control que tenemos de nuestro voto. Es de lo único que podemos estar seguros en lo positivo hasta ahora, de nuestro derecho constitucional a ejercer nuestra soberanía por medio del voto “secreto” (artículo 5 CRBV). En lo negativo estamos conscientes de lo que son capaces quienes nos “totalitarizan”. Han basado su campaña en el miedo. Palabras como “violencia”, “baño de sangre” versus paz se repiten y sinonimian una y otra vez en cada discurso como un Goliat vociferando en el valle de Ela para intimidar y paralizar, esta vez, al pueblo venezolano.
¿Cuál es la posición que debe tener la iglesia cristiana evangélica como embajadora espiritual en esta tierra de gracia? ¿Qué es lo correcto hacer desde nuestro rol espiritual en esta tierra preñada de una Nueva Venezuela? Mientras escuchaba estas y todas las demás preguntas y mientras escucho a unos y otros, muy sinceramente intentar dar sus orientaciones espirituales sobre lo que debemos hacer los cristianos evangélicos venezolanos una palabra vuelve a irrumpir con fuerza en mi corazón: «Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:41).
Sí, Venezuela, es la hora de la voluntad de Dios. No es lo que tú y yo queramos, sino lo que Él quiere. Entonces, ¿Qué debo querer yo? ¿Qué debo hacer yo? Su voluntad. Pero ¿cuál es su voluntad? ¿Qué yo vote o no vote? Y si es votar, entonces, ¿por quién voto? Para responder estas interrogantes es necesario que recordemos o conozcamos ciertos detalles del marco profético de Dios para Venezuela:
1. El 81,25% de las profecías que componen el “marco profético venezolano” fueron proclamadas en años electorales:
- 1963: año de elecciones democráticas ganadas por Raúl Leoni, profecía proclamada: “El futuro político de Venezuela”. Subtotal de profecías proclamadas: 1
- 1983: año de elecciones democráticas ganadas por Jaime Lusinchi, profecías proclamadas: “Los tres ayes”; “El manto rojo”; Subtotal de profecías proclamadas: 2
- 1988: año de elecciones democráticas ganadas por Carlos Andrés (por segunda vez), profecías proclamadas: “La platabanda”, “El remanente de esperanza”, “La resurrección de Venezuela”, “La persecución de la iglesia”; “La Nueva Venezuela”. Subtotal de profecías proclamadas: 5 (fue el período de mayor proclamación profética).
- 1992-1993: año de elecciones democráticas ganadas por Rafael Caldera, profecía proclamada: “El examen histórico”. Subtotal de profecías proclamadas: 1
- 1998: año de últimas elecciones democráticas ganadas por Hugo Chávez Frías, profecía proclamada: “La zarza”. Subtotal de profecías proclamadas: 1
- 2012-2013: año de elecciones bajo régimen autoritarista ganadas por Nicolas Maduro, profecía proclamada: “El león herido”, “La cosiata”, “El cachorro de león”. Subtotal de profecías proclamadas: 3
- TOTAL DE PROFECÍAS PROCLAMADAS EN PERÍODOS ELECTORALES: 13 de 16 (del conjunto recopilado y analizado por mí), lo cual representa un 81,25% del total.
2. Un movimiento profético tan intenso, frecuente y revelador en épocas electorales debe llamar la atención de cualquier estudioso de la historia, de la religión, del cristianismo, de la pentecostalidad en especial y de la manifestación del don de la profecía en una nación distinta a la israelí y a las naciones de su contorno en oriente medio. A primera vista surge una primera pregunta:
- (a) ¿Cuál fue la palabra de Dios para la participación cristiana venezolana en aquellas elecciones?:
- En ninguna hubo mención alguna sobre votar o no votar, menos por quién votar.
- Lo que sí hubo es una revelación profética de un conjunto de 8 períodos presidenciales que irían en decadencia hasta hundir al país en una profunda crisis. 7 de esos períodos son profecía cumplida al pie de la letra, el octavo está en pleno cumplimiento llegando a su final y en ese anhelado final, surgirá un 9º período que inaugurará una era de prosperidad económica y espiritual para el país, pero pasando antes y aún por períodos de grave y profunda crisis política, económica, social, cultural.
- El mensaje que puede interpretarse de este proceso profético revelador es: «Hagan su voluntad ustedes por su parte, que por mi parte yo hago mi perfecta voluntad». Ese es el mensaje que retumba a lo largo de 51 años de trato profético con Venezuela. La profecía de 1963, “el futuro político de Venezuela” anunció el primer período con 11 meses de anticipación, el segundo con 5 años de anticipación, el tercero con 10 años, el cuarto con 15, el quinto con 20, el sexto con 25, el séptimo con 30 y el octavo con 35 años de anticipación. Todos se han cumplido a pesar de nuestros votos, pero también por medio de ellos.
- En cada uno de esos períodos los cristianos evangélicos venezolanos votamos (yo inicié mi experiencia electoral en 1988): 1963, 1968, 1973, 1978, 1983, 1988, 1993, 1998, 2000, 2006, 2012, 2013, 2018. En cada una de esas elecciones nunca tuvimos una opción de derecha. Todas fueron de izquierda, solo que en variantes izquierdistas menos totalitarias y más democráticas, no alineadas con la “Komintern” soviética o la opción violenta de Castro envalentonado por la victoria revolucionaria en Cuba.
- En esas elecciones cada venezolano votó por su opción, mayormente por los partidos más influyentes: AD socialdemócrata y COPEI socialcristiano, también estaban URD, OPINA, MIN, CVGV, MUD. Los cristianos con un corazón inclinado al comunismo más conservador seguramente votaron por el PCV o el MIR, LS, BR, LCR, TUPAMARO, PPT, MVR, UPV y, otros más, por la izquierda moderada: MAS, luego PODEMOS, MEP, AP, MR, SPV. También seguramente votaron otros por partidos emergentes como PRVZL, ABP, PJ, VP, UNT, FV, LAPIZ, MPV o de derecha a partir de 2012 VV. Entre las opciones cristianas que se fueron creando tuvieron a ORA, más recientemente NUVIPA y EEC. En esta lista no menciono todos los partidos políticos por ser unos menos representativos y desconocidos.
- En síntesis, el mensaje queda muy claro: la voluntad de Dios se cumple por encima de nuestros votos. Nosotros votamos, Dios “soberaniza” a Venezuela, es decir, la somete a su voluntad. Nosotros votamos por un presidente, pero Dios los gobierna. Nosotros elegimos una opción electoral, Él gobierna sobre esa opción electoral. Él gobierna nuestra nación.
- (b) ¿Qué mensaje trascendente dio Dios para las elecciones en general a partir de la profecía del 1963?
- Sobre la base de la primera respuesta queda claro que su mensaje trascendente es: «Ustedes cumplan su responsabilidad, que yo hago mi voluntad sobre Venezuela». El valor práctico de este posible mensaje trascendente es que nuestros votos ni han marcado la diferencia, ni han sido inútiles, sencillamente han contribuido a su propósito de uno u otro modo. Quisiera decir que nuestra tarea es que discernamos cuál es la opción de Dios en cada elección, como en esta que nos tiene en ascuas, para así votar por ella. Pero el punto es que Dios no tiene candidatos, Él tiene propósitos. Así que, lo que podríamos hacer es votar con la conciencia de que mi elección contribuirá a su propósito sea cual sea mi opción elegida, lo único es que una será para precipitar los acontecimientos de dolor y la otra para la esperanza, pero todos contribuiremos, incluso los que no voten. Esto debo tenerlo bien en cuenta al ejercer mi deber ciudadano. Todos estamos involucrados en este proceso. Nada, absolutamente nos aisla del mismo. Ninguno de nosotros podrá desinvolucrarse, repito todos estamos involucrados, lo que debo discernir bien es por cual parte del proceso me involucro por el dolor o por la esperanza.
- (c) ¿Qué relación hay entre la participación cristiana evangélica venezolana y los resultados en cada una de las elecciones predichas por el Señor en aquella profecía troncal venezolana del 1963?
- Sobre la base de las dos respuestas dadas hasta ahora puedo decir que la relación ha sido de dependencia estratégica. Todas nuestras participaciones electorales no han sido determinantes, pero sí han sido útiles a la intervención divina.
- Traigo como ejemplo mi primera participación electoral en 1988. En aquel entonces, como lo indiqué en párrafos anteriores se había levantado un fuerte movimiento de oración en respuesta a las revelaciones proféticas que se dieron en ese período (contrariamente a lo que varios profetas repiten y denuncian con cierto aire de resentimiento). En medio de aquel movimiento espiritual intenso, durante el mayor número de profecías que Dios haya proclamado sobre nuestra nación (cinco: “La platabanda”, “El remanente de esperanza”, “La resurrección de Venezuela”, “La persecución de la iglesia” y “La Nueva Venezuela”), en una incorrecta interpretación de las profecías, comenzó a orientarse a la membresía de muchas iglesias para que no votáramos por Carlos Andrés Pérez, el candidato con mayor opción de ganar aquellas elecciones. La razón que se nos dió fue la de que si él ganaba se desencadenarían todas las calamidades que las profecías venían anunciando sobre Venezuela.
- Un gran número de hermanos con la mejor intención y creyendo que era la dirección divina, ingenuamente cumplimos con aquella orientación. Luego de la elección vimos como ocurrió lo contrario: aquel candidato ganaba las elecciones. Comenzamos a preguntarnos dolorosamente entre nosotros: ¿Qué había pasado? ¿Acaso Dios no había escuchado nuestras oraciones que hicimos en ayuno y vigilia por esas últimas semanas y meses de aquel 1988? Por lo menos a mí, la respuesta que se me dió fue que ya se sabía que eso era lo que pasaría. ¿Entonces por qué nos mandaron a hacer lo contrario? Inexperiencia, novatada, ignorancia.
- Años después, más sumido en esta investigación en desarrollo sobre el marco profético venezolano, pude entender que se había malinterpretado las profecías dando una orientación que Dios nunca había dado, generando falsas suposiciones y falsas esperanzas al pueblo de Dios. Allí se comenzó a notar nuestra inmadurez en cuanto a manejar correctamente un movimiento profético de tanta intensidad como aquel.
- Otro caso más reciente fueron las elecciones del 2013. En ese año murió el finado expresidente Chávez y se llamó a elecciones. Durante y después de realizarse las mismas se dieron dos profecías importantes: “El león herido” y “El cachorro de león”, ambas anunciando el fin de este proceso político totalitarista, pero revelando que sería bajo un escenario de violencia doloroso. Junto a este resurgir de la voz profética irrumpió un genuino interés por la memoria profética venezolana.
- En mi caso, luego de las elecciones de aquel fatídico 2013, comencé a preguntarme por qué la mayoría de venezolanos seguía prefiriendo la opción malvada y totalitaria del comunismo más recalcitrante. En la espera de respuesta me sobrevino la evocación de la profecía “El examen histórico”, de la cual fui testigo presencial en su anunciación. En ella, entre otras cosas, resaltaba el hecho de que predecía que la iglesia olvidaría todas las profecías que se habían anunciado hasta ese momento (habían transcurrido 50 años para entonces). Con ese recuerdo muy fuerte latiendo en mi memoria sentí el llamado de Dios a retomar el estudio serio del conjunto profético conocido para entonces. Entendí mi misión como la de recuperar nuestra “memoria profética venezolana” y en eso he venido trabajando sumando mi labor a la de otros llamados de Dios con esta misma misión.
- En ese período de resurgimiento de la visión profética de Dios para nuestra nación se levantó un movimiento esperanzador venezolano cuyo objetivo era servir de trinar de Dios para que nuestra sociedad no perdiera la esperanza en Él. Esa fue una misión muy noble que de haber comprendido su propósito y haber desarrollado una visión más estratégica de su rol se hubiera complementado con el resurgir de la voz y la memoria profética venezolana. Lamentablemente no se comprendió este propósito y liderada por cierto sector de ministros evangélicos creyéndose de avanzada se desvió el propósito.
- Estos ministros en su mayoría fuera de las denominaciones tradicionales venezolanas, carecían de formación teológica conservadora o habían apostatado de la misma abrazando corrientes extremistas, además, carecían del conocimiento del marco profético venezolano y bajo esa falta de freno y disciplina institucional que caracteriza a los “denominacionalizados”, sumado a su mucha menos experiencia ministerial y desconocimiento de la historia cristiana evangélica venezolana, desviaron ese movimiento del propósito ya mencionado. Ellos haciendo uso del gran poder comunicacional que poseían opusieron ese hermoso e inspirador movimiento esperanzador venezolano oponiéndolo al movimiento profético y evocador de la profecía venezolana. Así se perdió una gran oportunidad de unir fuerzas para animar espiritualmente al pueblo venezolano.
- En aquel creciente ambiente de positivismo desenfocado, desarticulado, sectarista y negativamente competitivo con el despertar profético, sumado al también creciente movimiento de la confesión positiva y las decretaderas, declaraderas, anuladeras y desataderas se comenzó a reprimir y satanizar todo intento por despertar la memoria de los receptores de aquellas profecías y por darlas a conocer a las nuevas generaciones de cristianos. Aquellos opusieron al nuestro, su mensaje positivista resumido en la frase «Lo mejor está por venir». Un mensaje que dado en complementariedad con el mensaje profético hubiera causado el mismo impacto que causó el ministerio de Isaías con sus profecías de juicio y restauración en perfecta complementariedad. Esa integración profética trascendió el tiempo de aquel profeta alcanzando entre otros a Nehemías y a los judíos del tiempo de Jesús.. Recuerdo que el principal exponente de aquella frase publicitaria, en el evento nacional que producía anualmente, por entonces, dijo algo más o menos como esto: “Se han levantado de nuevo los profetas del desastre, pero quiero decirle a Venezuela que ¡lo mejor está por venir!“. Por otro lado, los declaracionistas comenzaron a contrarrestar nuestro mensaje evocador de la voz profética denunciándonos como declaradores de mal para Venezuela y exhortándonos a cambiar nuestro pregón evocador por confesiones positivas para nuestra nación. La mayoría de ellos estaban comprometidos con el gobierno de turno y confundieron su inclinación ideológica y partidista con la función espiritual de la iglesia.
- El tiempo y la historia son nuestros mejores jueces. Han pasado solo 11 años, apenas una década y un año, y ahí están los hechos, la frase “lo mejor está por venir” casi se ha olvidado. Las miles de declaraciones, decretos, anulaciones y desatamientos positivos han quedado en solo eso palabras bien intencionadas y positivas. Lucen enterradas en el cementerio de lo incumplido. Tanto “heno” y “hojarasca” fueron incapaces de resistir el fuego del examen histórico venezolano. Pero la palabra profética viene galopando con gran fuerza, avanzando, desplegándose de modo indetenible. Toda declaración ha sido desnudada en su vacuidad e inefectividad. Estas, como a las declaraciones positivas del tiempo de Jeremías dichas por los falsos profetas en Israel y en Babilonia, se les puede aplicar la sentencia divina del «Jehová no te envió», «has hecho confiar en mentira a este pueblo» (Jeremías 28:15) y el «no los envié» (Jeremías 29:9). No han podido sostenerse en el tiempo, pero repito, por el contrario la palabra profética si.
- En cuanto al olvido me refiero solo a la frase y las declaraciones, porque como la cáscara se secaron, pero el propósito detrás de ella sigue vivo, siendo parte integral del mensaje profético venezolano, sigue vigente y avanza a su definitivo afloramiento. Vamos hacia lo mejor, vamos hacia lo positivo, pero sin desconectarnos del dolor que antecede a tan grandes cosas como ha demostrado el tiempo. Teníamos razón.
- Estos son apenas unos pocos ejemplos que evidencian lo que he inferido sobre la relación de nuestra participación electoral y su incidencia en el cumplimiento de la profecía en Venezuela. Definitivamente nuestro rol en este marco profético temporal venezolano no es el de cambiar los designios de Dios, sino orar como Cristo en getsemaní y conforme a la oración modelo de Mateo 6:10: ¡Hágase tu voluntad!
Amada iglesia cristiana evangélica venezolana, ante este nuevo escenario electoral venezolano, confuso, incierto y oscuro como es, les he traído a conciencia la revelación profética de Dios para estos tiempos en Venezuela: nosotros elegiremos un presidente, pero Él gobernará Venezuela haciendo su voluntad. No te estoy diciendo que no votes porque tu voto no servirá de nada. Lo que he dejado claro es que Dios no depende de nuestro voto para hacer su voluntad, pero si lo usa según sus propósitos.
Acude a las urnas electorales con esa convicción en mente, deposita tu voto, elige a quien creas conveniente de acuerdo a tu conciencia, porque no se hará como tú y yo queramos, sino como Él quiere. Sobre quien gane Él reinará. Aquel que falsee la voluntad del pueblo venezolano, tendrá que enfrentarse con el que hace su voluntad sobre Venezuela; aquel que quiera arrogarse para sí la gloria de la liberación y prosperidad de nuestro pueblo, sepamos que Él no compartirá la gloria con ninguno, porque la gloria de este bravo pueblo, como lo recuerda nuestro himno nacional solo le será dada por el sublime aliento del Supremo Autor, nuestros Dios, Señor y Salvador.
Entremos en nuestro Getsemaní, tomemos nuestra copa y digamos al Señor, ¡Hágase tu voluntad!
Mstr. Giovani Pelayo